La misma armonía de la Creación cantada por San Francisco se encuentra entre estas verdes colinas, cubierta por olivares, dominada por antiguas murallas, como las que rodean Assisi tierra natal del Santo Patrono de Italia y de Santa Chiara.

Y justamente desde la basílica que lleva el nombre de la más ferviente seguidora de Francisco inicia nuestro viaje. En esta iglesia está custodiado, además del cuerpo de la santa, el Crucifijo de San Damián, desde dónde Cristo hablo a Francisco, llevándolo por el camino de la cristiandad.

Un camino que comenzó desde la casa familiar, del lugar de nacimiento y prosiguió a través de sufrimientos y contra corriente: Francisco guerrero, Francisco escritor en lengua “vulgar” en el “Cantico delle Creature”, Francisco hombre de Cristo, hombre de paz.

De hecho, la anual marcha por la paz concluye delante de Basilica superiore de San Francisco, en cuyo interior podemos admirar el ciclo de frescos sobre su vida, realizado por Giotto. A través de un patio interno se llega al interior, la cripta custodia el cuerpo de Francisco.

No obstante el lugar de su muerte haya sido en la Porziuncola, pequeña iglesia construida por sus manos y las de sus hermanos, hoy confinada en la imponente estructura de la Basílica de Santa Maria degli Angeli, última etapa de un viaje que colma los ojos y toca el espíritu.