Las armoniosas colinas de la Toscana han hecho enamorar a tantas personas. Se encuentra en ella el magnífico valle del Chianti, donde la mirada se pierde entre cantinas, castillos y sugestivos pueblos medievales, donde personajes internacionales han comprado terrenos para producir vino Pero visitar estas tierras no es un privilegio para pocos.

De hecho, el inconfundible perfil de San Gimignano, la “Manhattan del Medioevo” con sus 16 torres que se destacan en el cielo, nos da la bienvenida en un pequeño mundo antiguo, un pueblo perfectamente conservado en el tiempo, donde es posible saborear un helado premiado a nivel mundial. A lo largo de Via Francigena que acaricia las colinas, se nos concede una escala en Monteriggioni y en su roca medieval que la corona a la altura sobre la cual, en el siglo XII los seneses construyeron tal fortaleza.  

Finalmente se llega a Siena: la ciudad de Santa Caterina y de su santuario, del banco más antiguo del mundo, el Monte dei Paschi y de la estupenda Piazza del Campo, de la forma de conchilla, punto de llegada del célebre Palio, la carrera de caballos en la cual 17 zonas de la ciudad se desafían en un evento característico.

Una antigua tradición, como antiguas son también las tradiciones gastronómicas: dulces típicos, “panforte” y “cantucci”. No se puede dejar Siena sin haberlos probados y sin haber visitado el Duomo, con su interior entre los más sugestivos del mundo, con la maravillosa librería Piccolomini, el fresco del Pinturicchio, un espectáculo que abre el corazón en el corazón de la Toscana.